Mucho se habla de la contaminación atmosférica, de la huella de dióxido de carbono y de cambio climático. Sin embargo, el eco es menor cuando se trata de la segunda causa ambiental más dañina para nuestra salud: la contaminación acústica, así lo determina la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Alrededor del 80% de las personas que habitan las grandes ciudades están expuestas a un impacto acústico superior al recomendado. Estos ruidos pueden ser obvios y provenir de la maquinaria que se usa en una fábrica o de las obras de la calle, hasta algo tan cotidiano como el sonido recurrente que hace una aspiradora dentro del hogar o el tráfico. Es por ello por lo que hay que ser más conscientes”.
Catalina Bulla, especialista audióloga de GAES México
Mientras mayor sea la exposición a estos ruidos, mayor será el efecto que tendrá en nuestra salud. Y es que además de afectar nuestra audición, también tiene incidencia directa sobre nuestra salud emocional.
De acuerdo con Bulla, estar en lugares ruidosos puede afectar los niveles de cortisol, lo que genera estrés físico y psicológico. Además, exponerse al ruido excesivo puede provocar el aumento de la presión arterial, generando problemas cardiovasculares como accidente cerebrovascular o insuficiencia cardiovascular. Uno de los padecimientos más comunes es la dificultad para dormir lo cual, al convertirse en una situación recurrente, puede llevar a padecer otros trastornos del sueño.
¿Qué hacer para cuidar nuestra audición? Dentro de casa se puede reducir el número de aparatos sonoros que funcionan al mismo tiempo e intentar tenerlos siempre a un volumen bajo (80dB). En caso de no poder controlar el ruido, se deben de tomar pausas regulares de 15 minutos en entornos más tranquilos (espacios con índice inferior a 60db).
Mientras que en el lugar de trabajo o en la calle, se recomienda utilizar protección auditiva sobre todo en entornos ruidosos como construcciones y conciertos.
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